lunes, 7 de febrero de 2011

Ermitaño

ERMITAÑO



Allá lejos, más allá de las campiñas, entre montañas, había un bosque donde solitario vivía un hombre zarrapastroso, de vestimentas andrajosas y poco aseado. Las gentes pueblerinas que vivían cerca lo conocían y no le tenían mucho aprecio, con mucha razón por cierto. El Ermitaño lo llamaban con algo de atino, y es que aquel hombre no era un todo de cualidades para acercarse a la gente. A penas hablaba, casi siempre callado, casi siempre gruñendo o murmullando, y cuando se le ocurría decir algo era en busca de bronca o para imponerse ante resto.

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lunes, 31 de enero de 2011

Muerte

Muerte


Muy lejos de cualquier lugar que tú y yo podríamos conocer, tiempo atrás, en lo más profundo de bosques y montañas, una niña esperaba en el camino mientras la lluvia mojaba su cuerpo y le calaba hasta los huesos. Era una niña de cabellera negra, largo hasta las rodillas, vestida con harapos hechos jirones, estando muy sucia. Un vendedor de hortalizas pasó por su lado y le pregunto:

-¿Qué hace una niña tan bonita como tú bajo ésta lluvia? Vamos, rápido, súbete a mi bicicleta que te llevo al pueblo.

La niña negó con la cabeza y el vendedor se marchó. Más tarde pasaría un agricultor:
-¿Qué hace una niña tan bonita como tú bajo esta lluvia? En serio muchacha, así vas a pillar un constipado. Vamos, ven conmigo al pueblo y te daré algo de alojamiento.

Pero la niña negó con la cabeza y el agricultor se marchó. Poco después pasaría una señora:
-¿Qué hace una niña tan bonita como tú bajo esta lluvia? Hay pequeña, que con esa ropa y lo que está cayendo puedes pillar algo horrible hasta que la Dama aparezca para llevarte. Pero la niña se negó.

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lunes, 24 de enero de 2011

Oralkos


Oralkos


Era un mundo mágico, extraño, donde la raza de los hombres cuando nacían se les incrustaba en su piel una piedra de Alma, piedras que aparecieron de las lágrimas de Uthûriel cuando vio morir a su hijo Artamios, árbol que dio vida a todo bosque existente en este mundo.

Las Almas otorgaban a su huésped las armaduras, las corazas, que eran perfectas para cada individuo. Algunos tenían corazas livianas, otras duras como rocas, algunos sólo les cubrían alguna parte de su cuerpo. Todo ser humano debía de llevar una coraza en este mundo, pero no os creáis que era tan sencilla la situación. Esas corazas no debían ser impenetrables, debían al menos dejar pasar a una persona para que estas acabaran abriéndose y dejaran ver su ser vulnerable. Y eso sólo el amor lo conseguía, sólo el amor podía poco a poco hacer una grieta en las corazas de la gente. Si no lo hacían les pasaría como Oralkos, la GRAN CORAZA.

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sábado, 22 de enero de 2011

La Muchacha con Caperuza Roja

La Muchacha con Caperuza Roja

Una ilustración de Gustave Doré para Caperucita Roja de Perrault.



Érase que se era, en un lugar lejano, allá en los bosques en tiempos del rey que rabió, una mujer casi siempre enferma embarazada se encontraba por culpa de un cazador que la poseyó sin consentimiento alguno. Preocupada de que la enfermedad le matara a ella y a su bebé en el momento del embarazo, suplicó al bosque por si algo podía hacer. Entonces un lobo apareció de entre los árboles y le dijo:

-Ve, ve al fondo del desván y saca la vieja armadura oxidada que por siempre fue guardada por tus antepasados. En mitad de la lluvia dale un beso y ruégale que mantenga en su vientre y de a luz a tu bebé no nato. Si acepta tal petición, desaparecerá junto con tu bebé y en lo más profundo del bosque se ocultará. No podrás buscar a tu nacido, no podrás pedirle más al bosque, pues éste lo protegerá hasta el fin de sus días y te la entregará cuando llegue su día.

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Aplasta Caparazones [Completo]




Aplasta Caparazones.


1.



Era en esa tarde del lunes cuando la pequeña María pisó un caracol que ella ningún daño le quería y deseaba. Así que con miedo y pena le lloró a la criatura durante un buen rato, sabiendo que a sus familiares –los del pobre caracol- pena les daría. Y su madre y familia consolarla era lo que querían hacer, pues simplemente era un caracol, y sin deseos ni malas artes daño quiso hacerle a la pobre babosa. Y lo consiguieron después de mucho tiempo... Pero de nada sabían que tal caracol del bosque mágico era, allá, al este, al norte, al sur y al oeste, pasando los ríos, lagos y arroyos, donde el Gran Árbol vigilaba a sus hijos, el resto de árboles y plantas, donde las hadas vivían, las musas bailaban escapándose de sus carcelarios “inspiradores” y donde el Viejo del Bosque, mago del lugar, habitaba... donde el Gran Árbol ocultaba a su creador, protector de los bosques, destructor de la vida: el Ogro Orgathur. Y la verdad, la niñita y su familia aún menos sabían que algo extraordinario en esa semana les iba a ocurrir.


Esa misma noche, Susana, madre de la pequeña, ya en su cama se encontraba bien tapada con sábanas y mantas. La noche era fría pero no tanta como para encender calefactores. Allí en su casa, un confortable apartamento pequeño, con algo de años, pero nada viejo, al menos no del todo, en aquella ciudad donde… vaya por Dios, me he tenido que olvidar. Bueno, pues si en algún momento lo recuerdo lo diré, pero no sé si será algo que realmente haré –el recordar digo-.

-¡MAMÁ! ¡MAMÁ! –gritó la pequeña María dando grandes tirones en la manga del pijama que por encima de sus mantas la madre tenía.


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