jueves, 20 de enero de 2011

Aplasta Caparazones 3.

3.



-Y muchos años han pasado ya, olvidando la raza de los hombres los antiguos pactos con los bosques y los seres mágicos que allí habitan, no conociendo nada de esto. Y aunque ya sé que su desconocimiento no implica su perdón, si lo implica que no fue un homicidio voluntario, tratándose de un fatídico accidente para la familia caracol –dijo el abogado con voz imponente, sacando pecho... y barriga, atusándose su corbata de colorines mal arreglada y algo andrajosa, dando de vez en cuando tirones del pantalón por la entrepierna.

Y allí, en el salón del apartamento de Susana una sala procesal se montó mágicamente, con el Mago del Bosque como juez, las dos partes del caso y el público formado en su mayoría por animales. "¡Esto es ridículo!" gritaba Susana mientras su hija encantada estaba con Dudi, su perro, ahora parlante y detective de la parte defensora.

Después de largas introducciones sobre qué acusaban a la pobre María: Aplastar al pobre Hijo Caracol de Madre Caracol con malas intenciones; la noche cayó y la sesión terminó, dejando de nuevo vació el saloncito –que mágicamente se volvía enorme- y ablando con Susana el abogado estaba.


-¿Entonces? –preguntaba la madre.

-Pues la verdad, no me gusta nada. Piensan seguir con esta ridiculez, así que intentarán demostrar las malas intenciones de tu hija para matar al pobre caracol. Además, sólo ha hablado Ambrosio y nada el sapo ha dicho –dijo mirando a la niña de reojo que seguía jugando y hablando con Dudi.

-Pero mi hija no lo hizo a posta, no lo vio y...

-No me repitas a mí las cosas. ¡Dudi! –el perro fiel se presentó llevando en su lomo a María-. Necesitamos testigos, testigos veraces que digan que lo que pasó al joven Hijo Caracol fue un accidente.

-Lo haré Señor, todo sea por mis amas –dijo el perro con voz noble sacando de repente la lengua sintiendo como su pequeña dueña le rascaba bajo la barbilla.

-Mira que encanto, lo noble y serio que parece y en segundos es un perro buenazo con cara bobalicón –dijo con ternura Susana pero provocando que el perro se sonrojase.

-Pero Dudi, ahí no acaba la cosa, esto pinta muy mal.

-Entiendo ¿Qué hacía Hijo Caracol fuera de los lindes del Bosque Mágico?

-Exacto, más siendo un ciudadano modelo en el Bosque. Ve al Bosque Mágico y reúnete con Pork, es un cerdo de granja que vive en el Bosque durante milenios, fue detective antes que tú, abogado antes que yo y jefe de la policía...

-Si es que los cerdos abundan en los altos cargos –dejó la puya Susana tomándose un sorbo de algún refresco.

-Sí, sí... pero como en todo: hay cerdos, y “cerdos”. Bueno, que él te ayudará si le dices que el Mago de Ningún Sitio tiene las narices metidas. Ese viejo puerco tiene un gran sentido de la justicia y de seguro que sabe lo que planea.

-Así lo haré –dijo el can que se despidió de sus dueñas y marchó a los bosques. Aunque sin darse cuenta, Punki el Hamster se escapó subido a lomos de Dudi y ya nunca más a sus dueñas vería.

-Por mi parte –dijo el abogado comenzando a marchar-, sólo pido paciencia. Ellos estaban preparados, al final tienen como abogado al mismísimo Ambrosio el envidioso de Ningún Sitio y todo bien planeado.

-¿Quieres decir que vas a dejar que digan cualquier barbaridad sobre mi pequeña? –dijo algo exaltada apretando la lata de aquel refresco que tomaba.

-Por desgracia, clienta mía, sólo podemos defendernos por el mismo tono y como mucho escudarnos en que es una niña. Las normas y reglas mágicas no son iguales que las nuestras.

-Pero huelen a mierda y estercolero igual.

-No, la verdad, ese soy yo, que no me he duchado aún –dijo rojo como un tomate el abogado.


Durante dos días más las cosas no cambiaron. El Mago de Ningún Sitio traía animales mágicos que conocían a Hijo Caracol y hablaban maravillas de él para terminar soltando puyas y casi insultando a la pequeña María, cosa que desquiciaba a Susana y que provocó que el abogado pidiera al juez que pararan dichas acusaciones aleatorias.

-No son testigos presenciales y ninguno traído al estrado vio a Hijo Caracol las últimas horas antes de su muerte, siendo un mero aliciente para crear odios hacia mi pequeña protegida, que a fin de cuentas no deja de ser una niña.

-Tienes razón –dijo el viejo Mago del Bosque tomando a escondidas un sorbo de coñac de una botella mohosa, si bien todos sabían lo que hacía-. Ambrosio, suspendemos la vista hasta mañana y espero que esta vez sean testigos materiales o tomaré en cuenta lo que has estado haciendo hasta el momento –el Mago de Ningún Sitio, de mala gana, asintió.


Esa noche una visita especial recibieron, se trataba de Pork, un cerdo rosado con varios kilos, pero si no fuera por su voz Susana no hubiera dicho que tuviera tantos años.

-Por desgracia mi memoria no es la que era, pero debe estar relacionado con una cláusula del Pacto que a su vez está ligada con las Normas de los Bosques –dijo con voz ronca chupando un pitillo recién encendido y removiendo un poco de café con sus pezuñas-. Creo que a ti te será más sencillo llegar a esos documentos...

-Vaya, más trabajo... que se le va hacer –dijo desilusionado el abogado.

-Fíjate cariño –dijo Susana a su hija entre sus brazos-, hoy podemos decir que teníamos la mesa LLENA de chorizos, salchichones, longanizas, morcillas, paletilla, jamón...

-¡SANTO VENDITO! ¡Tienes a una psicópata como clienta! –gritó asustado y a la vez enfurecido el cerdo parlante.

-Pork, pareces que se te olvida que eres un manjar para nosotros...

-No sé ni por qué te ayudo... Por mi parte ayudaré a vuestro chucho a encontrar contactos. Hijo Caracol no estaba tan limpio como parecía.

-¿A qué te refieres?

-En este último año cosas extrañas han sucedido. La policía del Bosque tuvo a la familia Caracol enfilada. Extraoficialmente puedo deciros que era Hijo el sospechoso. Pero que el propio Hijo Caracol fuera el sospechoso era ya de por sí sospechoso, así que estaba ayudando a averiguar algo más. Que cosas más extrañas que muriera... o simple mala suerte.

-¿Puedo saber qué asuntos?

-Han ido apareciendo cadáveres humanos en nuestros bosques. Un humano perdido suele ser normal, pero tantos... encima, la mayoría tenían grandes heridas por trasgos. Recuerda que la zona de los trasgos y monstruos esta vedada mágicamente... que escape un trasgo puede ocurrir... pero que entre tanto humano... no sé, el Mago del Bosque venía más a menudo por estos lares por si averiguaba algo.

-¿Un caracol secuestrando humanos? ¿Y ese viejo...? Sólo se pasa para comprar su alcohol y tomar su café con anís de cada mañana cargado de azúcar. –rió Susana a carcajadas.

-Estúpida humana, el problema no era el secuestro, sino la ocultación de pruebas que las babas de caracol pueden producir. Como tu abogado, tenemos a otros humanos que conocen de nuestra existencia en diferentes áreas, entre ellas la policía, pero nada había que sirviera.

-Y por desgracia, ser humano que muere del bosque, ser humano que debe quedarse allí y ser abono de su tierra –dijo el abogado serio-. Me parece que este asunto apesta más de lo que yo pensaba.

-Como un estercolero, ya te lo dije, como un estercolero –levantó los hombros Susana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario